En la Sociedad del Conocimiento, la relevancia de “aprender a lo largo de toda la vida” es un factor crítico, así como el papel decisivo que juegan las TIC como factor de soporte.
El contexto de la Sociedad de Conocimiento está en continua transformación, donde los “supervivientes” ya no son los más fuertes sino los más capaces de adaptarse, es decir, los que aprenden a cambiar. Las TIC hace tiempo que juegan un papel preponderante, inundándolo todo, como Internet y los servicios de que disponemos actualmente. La dependencia tecnológica en áreas como la fabricación de productos, los viajes, la sanidad, la comunicación, el ocio, la investigación... es creciente. Dentro de diez años el 80 por ciento de las tecnologías actuales estarán obsoletas y abandonadas (incluso la Ley de Moor ya es obsoleta). Por tanto, si el aprendizaje es a lo largo de toda la vida, ello revela que el conocimiento es efímero y hay que renovarlo constantemente.
Si en el colegio los niños deberían aprender cosas que les sean de utilidad en la vida adulta, entonces el currículum académico del año 2007 no puede ser el mismo que el de hace 20 años. Debería ser flexible para ir cambiándolo permanentemente. Esto no sucede en la práctica, ya que existe un obstáculo fundamental, apenas advertido.
La educación ya no consiste únicamente en aprobar asignaturas, ni tampoco ocurre dentro de las aulas de las escuelas. El conocimiento necesario para sobrevivir en la Sociedad del Conocimiento es tácito y se obtiene mediante la experiencia y la práctica, en la vida diaria y, por regla general, sin conciencia alguna de que se adquiere.
Si lo miramos desde la perspectiva de una entidad académica, parece obvio pensar que el papel destinado a las universidades es preparar a sus alumnos para desempeñar una carrera profesional. Actualmente, casi todos los títulos universitarios se corresponden, en teoría y según el nombre, con perfiles profesionales. Las carreras universitarias siempre se han estructurado por materias que los profesores “explican a los alumnos”. Se parte de la premisa de que el dominio de un cuerpo de materias implica la suficiente habilidad para resolver problemas reales relativos a la carrera. Las consecuencias de esta perspectiva son que existe una absoluta desconexión entre la formación recibida en las aulas y su correspondiente desempeño en el puesto de trabajo.
El contexto de la Sociedad de Conocimiento está en continua transformación, donde los “supervivientes” ya no son los más fuertes sino los más capaces de adaptarse, es decir, los que aprenden a cambiar. Las TIC hace tiempo que juegan un papel preponderante, inundándolo todo, como Internet y los servicios de que disponemos actualmente. La dependencia tecnológica en áreas como la fabricación de productos, los viajes, la sanidad, la comunicación, el ocio, la investigación... es creciente. Dentro de diez años el 80 por ciento de las tecnologías actuales estarán obsoletas y abandonadas (incluso la Ley de Moor ya es obsoleta). Por tanto, si el aprendizaje es a lo largo de toda la vida, ello revela que el conocimiento es efímero y hay que renovarlo constantemente.
Si en el colegio los niños deberían aprender cosas que les sean de utilidad en la vida adulta, entonces el currículum académico del año 2007 no puede ser el mismo que el de hace 20 años. Debería ser flexible para ir cambiándolo permanentemente. Esto no sucede en la práctica, ya que existe un obstáculo fundamental, apenas advertido.
La educación ya no consiste únicamente en aprobar asignaturas, ni tampoco ocurre dentro de las aulas de las escuelas. El conocimiento necesario para sobrevivir en la Sociedad del Conocimiento es tácito y se obtiene mediante la experiencia y la práctica, en la vida diaria y, por regla general, sin conciencia alguna de que se adquiere.
Si lo miramos desde la perspectiva de una entidad académica, parece obvio pensar que el papel destinado a las universidades es preparar a sus alumnos para desempeñar una carrera profesional. Actualmente, casi todos los títulos universitarios se corresponden, en teoría y según el nombre, con perfiles profesionales. Las carreras universitarias siempre se han estructurado por materias que los profesores “explican a los alumnos”. Se parte de la premisa de que el dominio de un cuerpo de materias implica la suficiente habilidad para resolver problemas reales relativos a la carrera. Las consecuencias de esta perspectiva son que existe una absoluta desconexión entre la formación recibida en las aulas y su correspondiente desempeño en el puesto de trabajo.
La realidad de las empresas y el mundo laboral en general sobre los jóvenes que acceden a su primer empleo es que las competencias necesarias para desempeñar el puesto de trabajo no son suficientes; por desgracia, estas competencias no se adquirieron en las aulas sino más bien en la práctica diaria y a lo largo de muchos años, y consecuentemente necesitan invertir mucho tiempo y dinero en adquirir las habilidades básicas.
En la Sociedad del Conocimiento y del aprendizaje, las comunidades, empresas y organizaciones avanzan gracias a la difusión, asimilación, aplicación y sistematización de conocimientos creados u obtenidos localmente, o adquiridos del exterior. El proceso de aprendizaje se potencia a través de redes, empresas, colectivos, y la comunicación entre comunidades y países.
En la segunda semana de diciembre del año 2003 tuvo lugar en Ginebra la primera fase de la Cumbre de la Sociedad de la Información, mejor podríamos decir de la sociedad global de la información. Denominación que quedó establecida en 1995 por la reunión de los países industrializados, en ese entonces el G7. La Cumbre sesionó entre el 10 y el 13 de diciembre convocada por la UIT, Unión Internacional de Telecomunicaciones, una organización especializada de las Naciones Unidas. Previamente se organizaron tres conferencias preparatorias a las que fueron invitadas organizaciones de la sociedad civil para participar de manera común en la construcción de un plan de acción concertado para la sociedad de la información.
Uno de los temas clave de la Cumbre fue superar las brechas digitales entre países, entre aquellos superdesarrolados y los que apenas llegan a estar conectados al ciberespacio (http://www.wsis-cs.org & http://www.wacc.org.uk/modules.php?name=News&file=article&sid=1409)
La Cumbre de la Sociedad de la Información, CEMSI, en la versión de su convocatoria puso el énfasis en la perspectiva instrumental y en el futuro de la "información" y de sus redes, propiciando la desregulación y el comercio libre entre los países proveedores de software, tal cual lo indica la OMC, o la Organización Mundial de Comercio que reivindica el "servicio" de todos los aspectos ligados a la informática, o a los aspectos duros que indica el concepto de las "sociedades de la información". Propiciando un paradigma futuro que convalida al anterior de sociedades industriales y en vías de la industrialización, como lo fue el de mediados del siglo XX que asumía también el fin de las ideologías y el fin de los intelectuales contestatarios, en beneficio de la consolidación de los "intelectuales positivos" asimilados y orientados hacia la toma de decisiones. Dejando de lado los aspectos blandos o aquellos que destacan las diversidades culturales en los temas de las tecnologías tal como aceptó recién en octubre del 2003 la UNESCO, privilegiando el término de sociedades del conocimiento. Esta concepción es también crítica en la batalla de las palabras y de los lenguajes, por los neologismos derivados de la globalización y en contra de la hegemonía del inglés por sobre todas las otras lenguas.
La CEMSI buscó en las reuniones preparatorias al fin del milenio, la desregulación de las redes financieras y de la información, enmascarando en la carta de principios las preocupaciones por el apartheid tecnológico, las confrontaciones entre los gobiernos y las Naciones Unidas, el sector privado y la sociedad civil. Por ello recalcó como los puntos principales a profundizar en la segunda reunión en el 2005 en Túnez, la desigualdad a los "accesos" de datos entre los países industrializados y los que no lo son. Las desigualdades se deben a "las brechas en las conectividades" que existen entre países y entre regiones, y por ello las nuevas tecnologías de información y comunicación pueden ayudar a superar los desfasajes mediante el desarrollo económico, social y humano realizado por la Declaración del Milenio de la ONU. A medida que se sucedían las reuniones durante el 2002 y el 2003 la búsqueda de relaciones armoniosas entre los sectores privados convocados por las Naciones Unidas, la sociedad civil y los estados sufrieron numerosos cambios. El sector privado agrupado en el Comité de Coordinación de los Interlocutores Comerciales que comanda la Cámara de Comercio Internacional procuró la flexibilidad de la mercancía tecnológica y no supeditada a ningún tipo de control ni como bien público, ni como conocimiento y/o cultura, o seguridad de las redes. El Estado debe limitarse a "organizar un entorno favorable" para el despliegue tecnológico, suprimir las trabas a la inversión y liberar la competitividad, es el "mercado" el que crea la diversidad de la oferta.
Los grupos de la sociedad civil fueron opuestos a las censuras económicas y a la creciente concentración de los grupos económicos en el ciberespacio, y tomaron el "derecho a la información", como un derecho básico. Reconocimiento que fue aludido en la presentación del discurso del secretario general de la ONU, Kofi Anan en la apertura de la CEMSI, en que hay varias brechas, la tecnológica es una de ellas ya que el 70% de los usuarios de Internet se encuentran en los 24 países más ricos del planeta, y entre ellos apenas suman el 16% de la población total del planeta. El texto de la Declaración de la Sociedad Civil (http://alainet.org/active/show_news.phtml?news_id=5145) cuyo título es: "Construir Sociedades de la Información que atiendan las necesidades humanas" pone el acento en la justicia social, en la información inclusiva y centrada en la gente, en el desarrollo sostenible y los derechos humanos, proponiendo que los desarrollos en este campo deben estar orientados a desarrollar necesidades vitales de la gente.
En este contexto globalizante con respeto a desarrollos, sustentabilidades, seguridades, culturas, resulta muy relevante la presentación del Libro Blanco de la República de Cuba ante la CEMSI, como también el documento que circuló entre la sociedad civil de las organizaciones cubanas. El documento parte del artículo 28 de la Declaración de los Derechos Humanos no aplicable en este tránsito a las sociedades de la información. La cooperación internacional solidaria debe comprender la diversidad de culturas y de situaciones en función de la Sociedad Mundial de la Información, la diversidad de culturas y de situaciones que afrontan los países y regiones. Antes de la accesibilidad hay que alfabetizar y dar de comer a los/las excluidos del mundo respetando las culturas, que no es aplicable por el proceso de globalización reinante.
El Libro Blanco posee la virtud de poner los puntos sobre las ies en las regiones excluidas por la aplicación hegemónica de sólo una forma de ver, pensar y actuar en el mundo que incluye a las sociedades globales de la información. Cuba país insular de la América Central que entra ya en los 45 años de bloqueo comercial por la decisión de los EE.UU., se presenta como paradigma en la América Latina y Central en la implicación de todos las temáticas que incluyen a las sociedades del conocimiento. Denominación que lejos de ser caprichosa asume con privilegios el papel del Estado en la educación en la alimentación y posteriormente en la alfabetización tecnológica. Y no se queda en el reclamo de derechos, ni asume con caminos serpentuosos la aplicación de las fórmulas por las democracias liberales, sometidas a corrupciones de diversos matices y carices, sino que apunta a las dependencias consuetudinarias que han sometido especialmente a la América Latina a los caprichos del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, en manos del FMI, del BM, del BID, y de otras agencias. Cuba demuestra en este documento cómo es posible profundizar en las sociedades del conocimiento con metodologías efectivamente participativas, pero de abajo hacia arriba, y no en la viceversa como suelen ser las recomendaciones y obediencias indebidas que efectúan las tecnocracias de la mayor parte de la regiones latinoamericanas. Cómo es posible poseer políticas públicas de gobiernos electrónicos, de educación y con aplicaciones biotecnológicas en el campo de la salud. Que siempre son políticas hacia las mayorías y no de enclaves elitistas para las minorías. Ojalá sirva de emulación para las mentalidades un tanto diferentes de las décadas anteriores en los nuevos escenarios políticos de toda la América Latina.
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